Higos en almíbar
No puedo empezar a escribir sobre los higos, sin que me asalte como un aluvión de recuerdos las tres higueras que había en la casa de mi abuelo Francisco; tardes de verano intenso en donde me trepaba a las higueras a recoger esa fruta flor, que desprendía una leche blanquecina y pegajosa, que luego mi mamá transformaría en la magia de su cocina en un delicioso dulce o esta receta de higos en almíbar que tanto me gustan y me recuerdan siempre a ella.
Esa quinta o terreno del fondo, supo tener una huerta bien surtida de diferentes vegetales y frutales, bien al modo de nuestros abuelos o bisabuelos que heredaban esa saludable costumbre de sus antepasados: la de sembrar, cuidar y tener sus propios vegetales y frutas que luego transformarían en conservas y que durante el invierno, y todo el año tendrían para cocinar, alimentarse y siempre tener en la alacena oscura un arsenal de dulces, encurtidos y conservas dispuestos a deleitar cualquier paladar.
La vida moderna y ciertas practicidades fue desintegrando esta costumbre de antaño, aunque debo reconocer que existe una vuelta atrás, una mirada de aquellos que si preferimos y elegimos ciertas prácticas, y casi como una moda, ha vuelto a verse en algunos pequeños terruños o incluso en balcones alguien que en una pequeña maceta experimenta el milagro de ver crecer una semilla y con el tiempo, consumir un tomate o una hierba casera. El sabor es otro, tal vez las semillas están tan modificadas genéticamente, que objetivamente no distan mucho de un tomate comprado en el supermercado, pero el placer de disfrutar un producto que sembraste, cuidaste y lo transformás en una comida, de verdad, no tiene precio. Cobra otro sentido.
Estos deliciosos higos los trajo un amigo entrañable llamado Augusto, de la casa de su mamá, Imelda, una amante de las plantas y la huerta, donde tienen una higuera hermosa que este verano dio una buena cantidad de higos pese a la falta de lluvia y temperaturas elevadas. A veces es difícil conseguir esta variedad de higos, porque casi no se comercializan, en vez encontramos unos menos sabrosos - igual se pueden usar claramente - oscuros por fuera, más firmes, pero menos dulces en el interior. Esta variedad llamados higos blancos, rosados o rojos por dentro, son deliciosos hasta para comerlos frescos, pero esta vez los hice en almíbar.
Son ideales para comer como postre acompañados en este caso de un brie maduro y a temperatura ambiente, un queso azul o roquefort, un mascarpone, crema batida sin azúcar, helado de vainilla o crema americana o cualquier queso, yo prefiero uno semiduro o blando, algo picante...uff siempre es espectacular.
La receta que hacía Pochi, mi mamá, es bien simple, te la cuento abajo y por supuesto podés guardar y enfrascar en envases de vidrio esterilizados y tapas de metal, cerrando al vacío y así te van a durar mucho tiempo, si no es que te los comes antes. Recordá que tener un frasco de conserva, a veces te salva de pensar en un postre, y lo resolvés en poco tiempo: abrís el frasco y los servís con un poco de crema batida y listo!
Ingredientes
1,5 Kg. de higos blancos
Agua c/n
Almíbar
1,5 Litros de agua
1,5 Kg. de azúcar
Procedimiento
Primero que nada, poné una olla grande con agua hasta la mitad y dejá que llegue a hervor.
Lavá los higos bajo el chorro de agua y cuando el agua está hirviendo los agregás a la olla, dejándolos unos 10 minutos.
Con una araña o espumadera, sacá los higos el agua y colocálos en un colador con un bowl debajo, para que se escurran. Pinchalos con un escarbadientes o palillo o tenedor.
Tirá el agua y poné agua nueva a hervir. Esta operación de "blanquear" los higos lo vas a hacer 3 veces, si los higos son muy duros o tiesos podés hacerlo más veces, de lo contrario, si están muy maduros, una vez nada más, de lo contrario se van a desarmar o transformar en un dulce y no quedaran enteros.
Para el almíbar liviano, colocamos en una olla el agua y el azúcar en partes iguales, dejamos hervir revolviendo a fuego medio hasta que haya reducido un poco, pero todavía está líquido, no tiene consistencia de almíbar espeso.
Agregamos los higos y dejamos a partir de hervor 10 minutos. Apagamos el fuego, tapamos y dejamos así en la olla 24 horas que se enfrié.
Al otro día encendemos el fuego y ponemos la olla, dejamos hervir el almíbar con los higos otros 10 minutos y volvemos a apagar el fuego y dejar reposar tapado por 24 horas más.
Al tercer día, retiramos los higos que se habrán impregnado bien del almíbar, y ponemos la olla con el almíbar a "reducir" unos 10 minutos más, volcamos los higos y dejamos hervir 5 minutos, apagamos el fuego, dejamos entibiar y ya podemos enfrascar y cerrar al vacío los recipientes.
De lo contrario, van a un tupper y una vez fríos a la heladera para consumir cuando gustes!