Garganelli





Los domingos en familia era como una ceremonia donde no podías faltar a la mesa. No importa si te habías acostado de madrugada, tal vez hace unas horas, pero levantarse para almorzar con todos era un ritual, que en ocasiones, extraño. Ahora pienso que me levantaba con cierto desgano, pero era más fuerte la culpa de faltar al encuentro que cualquier otra cosa. 

El aroma a tuco o estofado, se olía desde temprano en casa, llegaba a los cuartos. A veces era el olor a humo encendido en la parrilla para un asado, o en ocasiones, las pastas.

En casa amaban las pastas, pero mi tía y mi mamá no eran muy adeptas a las pastas hiper artesanales, tal vez hacían ñoquis o canelones, pero no este tipo de formato que lleva tiempo y paciencia. Eso sí, el tuco o el estofado tenía un sabor inexplicable, delicioso, casero, de larga cocción, donde la carne de deshacía con solo usar una cuchara. 

Hoy es domingo, casi con notas otoñales donde el calor del verano prolongado no dejar de darnos sus calurosas señales de que no quiere irse, como estos recuerdos a salsa y a pasta, a familia. 

Me atreví a hacer esta pasta con una receta de Donato de Santis, que está en su libro y se las comparto. Yo hice una salsa tipo estofado con carne que tenía, el clásico que hacían en mi casa: cebolla, ajo, pimiento, zanahoria, carne en cubos y pocos condimentos como orégano, ají molido y pimentón, una hoja de laurel y salsa de tomate. Nada raro, pero el secreto es la cocción lenta!

Les paso la receta de la pasta de Donato, la misma masa sirve para estos garganelli como cualquier otra pasta que quieran secar o hacer fresca. 

Garganelli

Ingredientes

 Masa

500 grs. de harina de sémola

200 ml de agua tibia

1 huevo entero

1 cucharada de aceite de oliva

1 piza de sal fina

 Procedimiento

 Para la masa

Para amasar a mano, sobre la mesada formá una corona con la harina de sémola y la sal. En el centro, volcá los ingredientes líquidos.

Mezclar con la ayuda de un tenedor, y con la punta de los dedos, incorporá la harina desde el borde de la corona hacia el centro y trabajá hasta que todo se unifique. Amasá con la parte inferior de las palmas, alternando una mano con la otra, y usando el peso del cuerpo para darle más fuerza. Formá un bollo de masa, envolvelo en papel film y dejalo reposar a temperatura ambiente.

Estirar la masa hasta que quede una tira larga de 1mm de espesor. Cortar cuadrados de 3 cm de lado. Tomar un cuadrado de masa y apoyarlo sobre la tablita de madera con ranuras. Enrollar la masa con un pequeño palo de madera, dándole la forma característica.

Partir desde una de las puntas del cuadrado, presionando levemente para lograr que quede envuelto alrededor del palito y que se imprima la textura en la masa. Retirar el cilindro de masa resultante con cuidado y repetir la operación con cada recorte. 

Cocinar en abundante agua con sal por uno o dos minutos una vez que hayan subido a la superficie. Agregar a la salsa, sartenear y servir con queso rallado. 

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